10h. Sábado. Mañana ideal para jugar un partido de fútbol. Cielo cubierto y césped artificial nuevo e impecable. Lástima de terreno de juego diminuto y balones duros como piedras. Rival asequible, al menos por lo visto en su partido anterior contra Los Compadres. Nosotros, con formación inicial teóricamente de gala.
Teóricamente las circunstancias eran favorables para que obtuviéramos un buen resultado o al menos hiciéramos un buen encuentro. Sin embargo, todo salió mal.
El partido lo comenzamos un poco despistados. Y en un par de minutos pareció que nos colocamos bien. Fue una ilusión.
Enseguida se vio que nuestro centro del campo no existía. En defensa aguantábamos bien pero no había manera de dar dos pases seguidos. Yo había intentado reforzar la defensa con Sergio acompañando a Alex y que Nacho fuera un gran medio centro defensivo conectado con los delanteros a través de Manu. Me equivoqué totalmente. Sergio estuvo como siempre, mejor que perfecto, pero cuando salíamos no podíamos combinar porque estábamos muy lentos, torpes. Perdíamos el balón muy pronto porque conducíamos demasiado o intentábamos regatear. Los de San Pedro en cambio jugaban como máximo a dos toques.
Aproximadamente en el minuto 10 ellos entraron tranquilamente por el centro, combinaron bien y primer gol. Comenzó el desastre total. Dos errores claros más propiciaron el 3-0. Después, leve reacción y marcó Iván. Pareció que todavía había partido. Qué va. Nuevo error y 4-1. Y para colmo en el minuto 40 penalti ingenuo y nuevo gol. Al descanso 5-1. Si me lo cuentan no me lo creo. Y faltaba lo peor.
En la segunda parte cualquier mínima esperanza desapareció nada más comenzar. En el primer minuto, córner sacado al primer palo, prolongación y remate casi dentro de la portería. 6-1. Se acabó.
A partir de ahí, agonía hasta el doloroso resultado.
Enhorabuena a los rivales por su gran partido: juego de calidad, velocidad, colocación y agresividad deportiva.
Por nuestra parte, lentitud, abuso en la conducción, errores de todo tipo y, sobre todo, actitud inapropiada.
No sería justo ocultar que algunos jugadores de mi equipo, pocos lamentablemente, hicieron todo lo posible y lucharon hasta la extenuación, con seriedad y buena actitud. Pero el equipo no los forman sólo 2 ó 3 jugadores. En cada partido juegan 16. Y algunos estuvieron no sólo desacertados sino prácticamente desaparecidos: mal colocados y como huyendo de la pelea.
La verdad es que todavía no he dado con mi once ideal. Y somos un equipo frágil de moral, quizá sobrevalorado. A algunos nos falta motivación, concentración y compromiso.
En definitiva día horroroso para olvidar. O quizá para tenerlo presente continuamente para mejorar.
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